viernes, 22 de noviembre de 2013

C.

Estás, por eso soy.
Por eso somos. Por eso estamos.


Amar es saltar al vacío
con la seguridad de que alguien
estará ahí para salvarte.
El miedo se apodera de tu mente.

Lloras.
Dudas. 
Pero te lanzas.
Y te salvan.
Gracias.

Eres el vacío que me llena.
El tic-tac del reloj
esperando que llegue el fin de semana
para verte.
Las ganas de besarte
y que me vuelvas a salvar.
La mano que me ofreces mientras conduces
y el suspiro que sale de mi alma al mirarte.

Es como cuando te vas y
todo lo que me rodea
me parece lo más absurdo del planeta.
Como explicarte que para mí
el infierno es cualquier lugar
en el que tú no estés.
Y que la soledad
-siempre un poco mía-
aparece en el momento
en que desapareces tú.

Desde que tú estás
todo lo malo ha desaparecido.
¡Y qué bonito es tenerte aquí!
Y cuando me dicen que hablo siempre de ti
contesto que es la única manera
de tenerte cerca de mi boca si no estás.


Me has enseñado a conjugar siempre en presente.
Claro que has estado en mi pasado.
Y estarás en mi futuro.
Simplemente vamos a dejar atrás el tiempo imperfecto
para conjugar el presente perfecto de nuestra vida.
Porque decir ‘te cielo, aquí y ahora’
es el regalo más bonito que me he hecho jamás.

Te voy a dejar.
Sin tristezas, sin ropa.
Elegir el lado de la cama.
Estar conmigo.
Te voy a dejar.
Sin habla, sin miedos.
Elegir el color de las paredes.
Estar feliz siempre.
Te voy a dejar, pero a mi lado.

Es irónico que nunca creyera en la suerte
hasta que llegaste tú.
Porque cuando estoy bien tú estás.
Pero cuando yo estoy mal tú no eres.
Tú no vives.
Tú no sientes.
Solo existes para hacerme feliz.
Y a eso yo lo llamo suerte.

Porque estoy pensando en ti.
Y mientras tanto
a 25 kilómetros de aquí
un par de grados menos
y 20 minutos en coche
tú estás leyendo esto
y la vida por fin tiene sentido.




                                               Te cielo.